miércoles, 13 de junio de 2007


La semana pasada, Boquita, el equipo de mis amores, disputó un partido que los medios trataron como una gesta épica. Creo que no fue para tanto, pero lo que sí es cierto es que por momentos el paisaje de la Bombonera semejaba un campo de batalla de un film de Akira Kurosawa. Kagemusha, Ran, podrían funcionar como ejemplos. También algunos podrán decir que Pino Solanas armó su clásica puesta en escena (El exilio de Gardel, Sur) con sus tomas neblinosas y más o menos poéticas. Estaba a punto de escribir este comentario ni bien terminado el cotejo contra Cúcuta cuando desistí de la idea. Pero hoy, en la primera final de la Libertadores contra Gremio de Porto Alegre, lo veo a él (y no me refiero a la omnipresente figura del "diez"), si no al gran Francis Coppola, observando el partido. Por suerte, no hay analogías posibles entre algunas de sus películas y el partido que Boca ganó con algún susto por 3 a 0. Nada de Apocalypsis Now ni El Padrino. Fútbol a secas. Bonito la menor de las veces y peleado a muerte como toda final de Copa que Boca juega desde que tengo uso de memoria.
Me alegro de haber visto el partido y al gran Francis en la Bombonera. Supogo que estará trabajando en la preproducción del filme que rodará pronto en la Argentina.
Por Boca y por Francis, ¡Salud!

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