Es raro todavía ver mi nueva página del blog. No me convence del todo y estoy viendo cuándo voy a lograr un formato que me convenza. Por lo pronto, estoy contento porque puedo poner imágenes directamente, cosa que no podía hacer en mi anterior dirección.
Hace unos días fui a ver la última película de François Ozon y debo decir que por un lado me gustó y por otro no tanto. Hablo de EL TIEMPO QUE QUEDA (¿por qué acá le pusieron TIEMPO DE VIVIR, me pregunto?). La historia es la de un joven de treinta y un años que se entera que un cáncer lo tiene acorralado y le restan muy pocos días de vida. A partir de allí, su visión de las cosas se modificará, en algunos casos, radicalmente. Este director francés no es de mis favoritos, aunque disfruté mucho de GOTAS QUE CAEN SOBRE ROCAS CALIENTES, BAJO LA ARENA (mi preferida de él) y LA PISCINA. VIDA EN PAREJA no terminó de gustarme. De las que se estrenaron en Argentina me faltaría ver 8 MUJERES, aunque no sé si algún día lo haré. Volviendo a EL TIEMPO QUE QUEDA, combina momentos sublimes y poéticos, de una plasticidad y belleza estética a las que Ozon nos tiene acostumbrados, con otros de una vulgaridad y un sinsentido llamativos. En el primer grupo, entrarían escenas como la del protagonista llamando a su hermana al celular, a pocos metros de ella y sin atreverse a acercársele o la secuencia con la diosa Jeanne Moreau. En el segundo, un claro ejemplo de gratuidad la vemos en la pretendidamente potente escena de cama entre el protagonista y una pareja que no puede concebir hijos. Igualmente, no es una película fácil y reconozco que pasados unos días de verla, las imágenes vuelven a asaltarme (ésto dicho como una virtud).
También ví hace un par de días DEAD MAN´S SHOES, un film del inglés Shane Meadows, película sobre la venganza y la redención, que la acerca en un punto a TAXI DRIVER, aquella película del hoy felizmente oscarizado Martin Scorsese. No apta para estómagos sensibles (como el mío, por ejemplo) DEAD MAN´S SHOES relata la historia de un tipo que luego de alejarse de su casa para alistarse en el ejército, se entera al volver que su hermano menor, un discapacitado mental, fue torturado y abusado por un grupo de jóvenes que viven cerca de su casa. A partir de esta revelación, su vida solo cobra sentido para la venganza. Ejercicio de estilo que combina en sus (dolorosas) imágenes el color con el blanco y negro (artilugio harto conocido, pero que aquí gana en el contexto), el director trabaja el sonido con rasgos experimentales y atractivos (la secuencia de la alucinación por drogas, por ejemplo). Sórdida, espeluznante por momentos pero contundente en su desarrollo dramático, la cinta de Meadows es un claro ejemplo de cómo debería contarse una historia de este tipo.
Sergio Zadunaisky
domingo, 4 de marzo de 2007
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