miércoles, 4 de julio de 2007

Al gran pueblo americano, ¡salud!


Sicko es el nuevo misil de Michael Moore, que esta vez impacta de lleno sobre el sistema de salud norteamericano. Mr. Moore no es muy sutil que digamos, pero sabe poner el dedo en la llaga. También sabe manipular al espectador y conmoverlo, a veces, con algunos golpes bajos. Él sabe que tiene que impactar a una audiencia como la de su país, a la que supo conquistar con sus anteriores trabajos (si mal no recuerdo, Fahrenheit 9/11 fue uno de los documentales de mayor recaudación en el "gran país del norte").
Sicko es una bofetada que busca despertar conciencias, demostrando que el sistema norteamericano de salud está dominado por las corporaciones, que solo buscan sacar ventaja, ganando dinero atendiendo a la menor cantidad de pacientes posible. Pero el momento de mayor impacto es cuando el documentalista viaja con un grupo de voluntarios del 11-S, enfermos (física y espiritualmente) a Cuba, en donde no solo reciben atención médica gratuita y desinteresada, sino el fraternal saludo de los bomberos cubanos.
Película que ya está despertando controversias, como suele suceder con los materiales del gordo Moore, Sicko se erige como una saludable (valga el término) propuesta, destinada a generar debates y acciones concretas para sociabilizar un sistema egoísta, que solo busca el bien propio y no el de la comunidad a la que dice servir.

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