martes, 19 de febrero de 2008

Próxima parada, Wes Anderson




Viaje a Darjeeling (Wes Anderson)

Sí, lo confieso, hace unos días vi en Telefe el programa que mostró el viaje de Marley y Susana Giménez por la India. Menos mala de lo que pensaba, la experiencia resultó ser un entretenimiento bastante aceptable, sobre todo teniendo en cuenta que lo “veia” mientras trabajaba en mi computadora. Me enteré de algunas cosas interesantes pero también debí sufrir la típica canchereada porteña (¿o argentina, debería decir?) de aquel que viaja a otro país y se mofa de las costumbres o personas que le son extrañas. Aunque también debo decir que hubo palabras de admiración y respeto para una cultura que sabe agradecer al visitante y tratarlo con cortesía y amabilidad. Mi mención al programa viene a cuento ya que días después vi “Viaje a Darjeeling”, la última película de Wes Anderson, filmada precisamente en la India.

Precedida por un corto que no se entiende bien porqué está puesto (quizás pase a la historia solamente porque Natalie Portman aparece desnuda) la película narra la historia de tres hermanos que se encuentran luego de no verse ni hablarse por un año. Uno de ellos, Francis (Owen Wilson), sufrió un accidente de moto y decide convocar a Peter (Adrien Brody) y a Jack (Jason Schwartzman) al país asiático para hacer un viaje espiritual y reencontrarse no solo entre ellos, sino con ellos mismos.

La película no decepciona aunque los que estamos habituados al manejo del absurdo, al disparate que muestra el director (ver sino su anterior película, la genial “La vida acuática”) veremos que aquí está más aplacado y sosegado. ¿Signos de madurez? Quién sabe, el tiempo lo dirá. La trama reúne a unos personajes cálidos y empáticos, que saben hacerse querer. Todos tratan de ocultarse cosas mutuamente y hay engaños y traiciones que no llegan a ser demasiado graves. Este tono etéreo va cobrando profundidad y espesor a medida que avanza la historia. Hay una muerte que marca un antes y un después en el relato y que va a ser el detonante para que los tres personajes comiencen realmente el camino de su búsqueda (sea espiritual o no).

Wes Anderson es un esteta, sin lugar a dudas. La música, el empleo de los colores y de la fotografía, el uso de la cámara lenta y la manera de mover a sus criaturas, hacen que sus películas sean interesantes de ver (y de sentir). En La vida acuática, filmada en parte en Cinecitá, el mítico estudio que usó Federico Fellini, la caricatura aparecía en colores brillantes y una escenografía que no ocultaba su falsedad. En esta película, el tren se convierte en un personaje más de la historia, que incluso llega a ser explotado al máximo por el director en aquella toma que enlaza a todos los personajes en los distintos vagones, yendo juntos a un mismo lugar.

Tal vez Anderson no logre el equilibrio justo entre drama y comedia, o no acierte del todo cuando intenta darle un cariz más filosófico a sus personajes (ver el que interpreta Angélica Huston, como la madre de los muchachos que vive alejada de la civilización y de su familia en pos de una vida dedicada a ayudar a los pobres), pero de algo estamos seguros, de que este viaje en tren valió la pena y de que tendremos qué esperar qué nos depara la próxima parada.
Sergio Zadunaisky

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