La joven vida de Juno (Jason Reitman, 2007)
Con uno de los comienzos más emotivos que vi en los últimos tiempos, comienza Juno (prefiero su simple pero contundente título original). El personaje principal de la película, convertido en un dibujo animado, camina con una canción (que no es de fondo simplemente y que nos habla ya sobre qué va la película) que la acompaña en su recorrido. Sin rodeos, el guión nos sitúa rápidamente en la trama, Juno está embarazada, y tiene solo 16 años. Su tercer test de embarazo vuelve a marcarle con científica contundencia un signo positivo en el cuadrante. Ella intenta cambiarlo de forma moviéndolo con frenesí, ante lo que el farmacéutico le dice: “-No nena, no es como las pizarras mágicas, que cuando las movés desaparece la forma”. Y es así que el signo positivo se convierte no sólo en el denunciante del estado de Juno, sino en el signo que marca a una película “positiva”, que a fuerza de calidez y sentimientos logra su cometido.
La sensibilidad de Jason Reitman y su manera fresca y a la vez artificial de narrar el derrotero de su pequeña heroína hacen que la película no se convierta en un insultante catálogo de moral y buenas costumbres acerca del embarazo no deseado, el aborto y otras cuestiones afines. Ellen Page (Juno) logra que su personaje cobre nuestra simpatía instantáneamente. Sus salidas y comentarios, irónicos, mordaces, provocan una sonrisa cómplice y por momentos la carcajada franca. Su entorno no es menos entrador. Hay un padre comprensivo, una madastra que va en contra de las que suelen aparecer en los cuentos de hadas, una amiga solidaria y sincera y un amor ocasional (el futuro padre) que tiene más en su interior de lo que muestra.
La historia reúne a estos personajes con una pareja de yuppies deseosos de adoptar un bebé. Juno, feliz, les va a ceder el suyo. Luego comenzamos a ver que esta pareja, “perfecta”, de manual, tiene sus grietas. Ella es la que más desea ser madre y él, un músico frustrado convertido en jinglero, piensa si es realmente el “momento” para ser padre.
Otra vez una película “chiquita” logra colarse en las pomposas marquesinas del Oscar, como ocurrió con Pequeña Miss Sunshine el año pasado. Otra vez los estudios, acostumbrados a los éxitos asegurados, deben rendirse ante la potencia de un director que con un puñado de personajes y muy poco dinero logra hacer una película que no busca complacer, sino hacer disfrutar genuinamente a su espectador.
Sergio Zadunaisky
Con uno de los comienzos más emotivos que vi en los últimos tiempos, comienza Juno (prefiero su simple pero contundente título original). El personaje principal de la película, convertido en un dibujo animado, camina con una canción (que no es de fondo simplemente y que nos habla ya sobre qué va la película) que la acompaña en su recorrido. Sin rodeos, el guión nos sitúa rápidamente en la trama, Juno está embarazada, y tiene solo 16 años. Su tercer test de embarazo vuelve a marcarle con científica contundencia un signo positivo en el cuadrante. Ella intenta cambiarlo de forma moviéndolo con frenesí, ante lo que el farmacéutico le dice: “-No nena, no es como las pizarras mágicas, que cuando las movés desaparece la forma”. Y es así que el signo positivo se convierte no sólo en el denunciante del estado de Juno, sino en el signo que marca a una película “positiva”, que a fuerza de calidez y sentimientos logra su cometido.
La sensibilidad de Jason Reitman y su manera fresca y a la vez artificial de narrar el derrotero de su pequeña heroína hacen que la película no se convierta en un insultante catálogo de moral y buenas costumbres acerca del embarazo no deseado, el aborto y otras cuestiones afines. Ellen Page (Juno) logra que su personaje cobre nuestra simpatía instantáneamente. Sus salidas y comentarios, irónicos, mordaces, provocan una sonrisa cómplice y por momentos la carcajada franca. Su entorno no es menos entrador. Hay un padre comprensivo, una madastra que va en contra de las que suelen aparecer en los cuentos de hadas, una amiga solidaria y sincera y un amor ocasional (el futuro padre) que tiene más en su interior de lo que muestra.
La historia reúne a estos personajes con una pareja de yuppies deseosos de adoptar un bebé. Juno, feliz, les va a ceder el suyo. Luego comenzamos a ver que esta pareja, “perfecta”, de manual, tiene sus grietas. Ella es la que más desea ser madre y él, un músico frustrado convertido en jinglero, piensa si es realmente el “momento” para ser padre.
Otra vez una película “chiquita” logra colarse en las pomposas marquesinas del Oscar, como ocurrió con Pequeña Miss Sunshine el año pasado. Otra vez los estudios, acostumbrados a los éxitos asegurados, deben rendirse ante la potencia de un director que con un puñado de personajes y muy poco dinero logra hacer una película que no busca complacer, sino hacer disfrutar genuinamente a su espectador.
Sergio Zadunaisky
No hay comentarios:
Publicar un comentario