jueves, 10 de abril de 2008

Crítica de cine: Como la sombra

Como la sombra – Marina Spada, Italia, 2006

La ciudad como un “no-lugar”, un espacio en el que las relaciones humanas están fragmentadas o no existen. Milán como un no-lugar, o peor, ya que un shopping o un aeropuerto parecen tener un poco más vida. Milán como un cuadro de Edward Hopper, pintor de la soledad, la alienación y el desamparo urbano. La milanesa Marina Spada construye la mirada sobre su ciudad con encuadres que esquivan a sus personajes, con escenas de conversaciones tomadas detrás de vidrios en donde no podemos escuchar más que el murmullo urbano o el silencio, con imágenes de edificios solitarios como gigantes sin vida ni espíritu.
Claudia es una chica con una vida no muy ajetreada ni interesante. Sabemos que trabaja en una agencia de viajes, flirtea con un chico y toma clases de ruso. Se enamora de su profesor, aunque éste parece no darle a la relación demasiada importancia. Él le pide un favor, que aloje por unos días a una supuesta prima venida de Rusia por unos días. Se llama Olga. Él tiene que irse a un viaje de negocios. Claudia está a unos días de emprender un viaje a Grecia donde la esperan unos amigos. No quiere saber nada con recibir a una extraña. Pero él la convence y termina aceptando.
Olga llega y construye con Claudia una relación que gana en complicidad, pero que mantiene una opacidad tácita e invisible. Una relación repleta de tiempos muertos, donde “nada” pasa. Spada delinea su película a partir de estas nadas, de estos espacios vacíos que se cargan de contenido (el que el espectador le quiera poner). Se habla de un referente directo, Michelangelo Antonioni, al que le podríamos agregar otros nombres, Wim Wenders, Tsai Ming-Liang, el propio Hopper. La sombra de la película se cierne sobre nosotros dejándonos el desasosiego (aquí podría entrar Fernando Pessoa como otro referente, oblicuo) y la desazón. La película termina cuando Claudia emprende un viaje. Olga ya no está. Nosotros salimos del cine y la ciudad conocida, la de todos los días, no es Milán, por supuesto, pero tampoco es la Buenos Aires que acostumbramos a transitar. Algo pasó. Algo se rompió y ya nada volverá a ser lo mismo.

Sergio Zadunaisky

No hay comentarios: